Somos Nuestras Montañas: memoria y visibilidad sobre Armenia y su diáspora

Reseña crítica escrita por nuestra miembro honoraria Anna Karla Uribe Escalante.

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Anna Karla Uribe Escalante
Miembro Honoraria

“Nacimos en el tiempo adecuado para defender nuestro país, para llamarnos armenios”.

“Que siempre nos reunamos y estemos bien”.  

Somos nuestras montañas

Envueltos en problemáticas constantes, pareciera que el mundo no tiene esperanza; sin embargo, en el cine siempre he encontrado la certeza dentro de las incertidumbres imperantes. La convicción de que, en el infierno de la criminalidad, la maldad y la intolerancia, siempre existe resistencia desde el encuentro y la fraternidad. Así, las historias nos chocan para demostrarnos que donde existe sufrimiento, siempre queda espacio para la alegría, para disfrutar de momentos y en ese andar, forjar nuestras identidades.

«Somos Nuestras Montañas», llegó a mi por casualidad, quería escribir sobre Armenia y no sabía dónde empezar, mi búsqueda me llevó a este documental uruguayo y agradezco la disposición para compartirlo con esta mexicana cuyo único objetivo es visibilizar e informar lo que una mirada no armenia puede percibir desde un espacio tan lejano y; sobre todo, evidenciar cómo las fronteras deben ser resignificadas; frente a la frontera como lugar de desplazamiento, de expulsión y de exclusión, surge la alternativa de entenderla como un sitio de encuentro y reencuentro donde la nación se puede desdibujar y reivindicar una bandera común: la de la humanidad.

Este documental, es relevante en la medida que no sólo centra su narrativa en el conflicto armenio-azerbaiyano, sino que se involucra en adentrarse con las historias humanas; a veces, escuchamos sobre miles de muertos, sin nombres, sólo quedan en nuestro imaginario como una estadística más; sin embargo, el conocer a las personas que viven esas historias, permite mirarlas y sentirlas como propias, como anécdotas cercanas que podrían y pueden ser nuestras, porque son contadas por personas como tú y como yo, que cada día buscan un espacio de tranquilidad para desarrollar sus identidades en libertad. Sólo de esta manera, lo lejano se vuelve cercano. Por ello, cuando una historia lleva un nombre, tiene la potencia para conmover; es decir, tiene la capacidad de agitarnos en tiempos en los que la inmovilidad pareciera ser una virtud.

El nombre de esta historia, es también el nombre de un espacio que los armenios llamaron: Artsaj (el jardín del león o la tierra del león); sin embargo, el nombre más masificado es: Nagorno-Karabaj (término brindado por Azerbaiyán).[1]

Este territorio es un espacio significativo de disputa geopolítica en la región euroasiática del Cáucaso que está entre el Mar Negro y el Mar Caspio.[2] En la actualidad, se ha convertido en una posición de avanzada para Estados Unidos y sus aliados contra Rusia y China. Ello explica el financiamiento “humanitario” que brinda la hegemonía en decadencia a estos países del Cáucaso, donde existe la intención de desestabilizar políticamente al área de influencia rusa, con la apariencia de fortalecer los valores de democracia y libertad. Un proceso de neobalcanización bajo la premisa: “Divide et impera”, en la cual pocos ganan y la mayoría muere o sólo subsiste.

Por su parte, para Turquía y para Azerbaiyán se convierte en un espacio de interés histórico, donde la discriminación y la negación de la otredad armenia es la bandera bajo la cual, desde 1896 y hasta 1923, se cometieron actos de genocidio, con masacres y persecuciones dirigidas contra la población armenia. De esta manera, si tomamos a 1896 como el inicio de acciones que condujeron al exterminio sistemático de la población armenia en 1915 (durante la Primera Guerra Mundial), es posible asegurar que estamos hablando del primer genocidio del siglo XX, en el que murieron entre 1.5 y 2 millones de armenios y cientos de miles fueron expulsados de sus tierras; todo esto dentro del Imperio Otomano donde los armenios convivían como minoría.[3]

En este conflicto existe un doble interés; por un lado, se trata de satisfacer los intereses de los centros de poder y los grandes capitales en su estrategia de saqueo y lucha por los recursos de este planeta y, por otro lado, existe el interés por borrar e invisibilizar la identidad cultural (lingüística, étnica, religiosa), del pueblo armenio.

En esa búsqueda por la permanencia, por frenar el borramiento, emerge el pueblo, aquel que fue expulsado y que hoy se convierte en la diáspora armenia. “Somos nuestras montañas”, nos lleva a entender a esta diáspora a través de cuatro voces con su propia historia, un armenio combatiente en las batallas por Artsaj, y tres jóvenes suramericanos: una argentina, un uruguayo y un brasileño. Ellos cuentan con viva voz lo que es ser descendientes de aquellos que huyeron de Armenia a causa del genocidio y mencionan cómo la diáspora es diversa, unos recuerdan y revigorizan la memoria, otros prefieren olvidar. Ellos, deciden ver y presentarnos a la diáspora como potencia y agencia del recuerdo.

A través de ellos, podemos observar como a lo largo de las décadas los armenios se han reorganizado para recrear en las diásporas lo que habían perdido. Figura central del relato son las montañas, en específico el Monte Ararat, el cual se convierte en parte del imaginario de cada armenio. Para quien vive en Armenia es un presente constante, ven la montaña siempre sin tener acceso a la misma. Por su parte, la montaña para quienes viven en la diáspora, se convierte en la utopía, en un aspecto mitológico de conexión con sus raíces.

Cada uno de ellos, ven a su pasado armenio como un privilegio y dejan una enseñanza sobre la mesa: Todos debemos tener la oportunidad de conocer nuestro pasado, mantener nuestra cultura y preservar nuestras identidades de generación en generación. En ese camino, las expresiones artísticas, como la música y la fotografía, son herramientas estratégicas para perdurar, para contar historias y transmitirlas; para gritarle al mundo: ¡No puedes borrar la vida, la vida es inevitable y se abre paso por diversos medios!

Esa vida que desde 1896 es negada, silenciada, expulsada y exterminada, seguirá en lucha. Sin embargo, el escenario, llegados a principios del año 2024, no es alentador para el pueblo armenio. Para octubre de 2023, se da un éxodo masivo de armenios étnicos de Artsaj, donde más de 100, 000 personas huyeron (Stroehlein, 2023) (en el territorio habitaban 120,000 personas); es decir, en ese momento, huyó poco más del 84% de la población armenia. Eso es casi toda la población de la zona.

En febrero de 2024, me ha sido imposible encontrar registros exactos sobre cuántas personas armenias aún están en el territorio, pero dada la disolución el 01 de enero de 2024 de todas las instituciones gubernamentales y organizaciones, anunciada por el dirigente del enclave Samvel Shajramanyan en octubre de 2023, se puede hipotetizar que Artsaj ha perdido a sus habitantes ancestrales al 100%.

El caso de este desplazamiento masivo de personas, podría tener una consecuencia atroz, Artsag puede ser el principio de una estrategia mayor, donde Azerbaiyán, secundado por Turquía, use su ventaja militar y tecnológica para avanzar en una conquista espacial, especialmente en el sur de Armenia, lo que dará pie a una reconstrucción de la región del Cáucaso. Las consecuencias serán dramáticas, porque en pleno siglo XXI, a pesar de tener mucho mayor acceso a la información sobre los excesos que cometen aquellos con el poder para subordinar a otros, parece que el caso de Artsaj ha pasado de moda para quienes olvidan que los actos de genocidio pueden y deben ser seguidos de cerca y castigados; de otra manera, se corre el riesgo de olvidarlos y dar pie a su continuidad.

En ese sentido, el documental “Somos nuestras montañas” permite informar al mundo no sólo sobre el genocidio negado en el pasado y vigente en el presente, sino que, lanza un poderoso mensaje: aunque su montaña les fue arrebatada, sus espacios cotidianos son violentados y existe un plan para exterminar al pueblo armenio, aún existe la diáspora, dispuesta a contarle al mundo que el pueblo armenio sobrevive a pesar de la violencia y por encima de la violencia. Las historias cuentan y la historia de Armenia y los actos de genocidio cometidos en el pasado y en el presente deben ser nombrados. “El genocidio armenio y las diásporas de la población armenia conforman aún un trauma por resolver, no solo para Europa sino también para el mundo entero” (Nin y Pérez, 2022: 176).

«Somos Nuestras Montañas» se convierte así en una ventana hacia las vidas, desafíos y esperanzas de aquellos que llevan consigo el peso de una tierra disputada y la riqueza de una herencia cultural e identitaria que trasciende fronteras geográficas. Se convierte en esa búsqueda humana por espacios con contenido, no sólo material, sino emocional y simbólico. Más vale recordar lo anterior y no olvidar que en Artsaj gente, personas como tú y como yo, en busca de un espacio que les dé sentido a sus vidas, luchó y murió, defendiendo sus recuerdos, sus antepasados y que, en Artsaj, por lo menos hasta ahora, ha triunfado la ambición y la intolerancia; con ello, se desarrolla un nuevo espacio de fracaso de la humanidad, de aquella dispuesta al entendimiento y al respeto por la diversidad étnica y cultural.

Este escrito, en resumen, es una negación del silencio porque, aunque no lo creas, el desconocimiento no te hace inmune al terror que podrías vivir si tu espacio un día se convirtiera en interesante para esos capitales que, carentes de emoción, creen que la felicidad está en el dinero; por lo tanto, el dinero es el fin, sin importar los medios. Por ello, espero haber contribuido, desde este pequeño espacio a conmoverte y recordarte que, como menciona la frase retomada por la banda armenia System of Down en su canción Deer Dance:[4] No podemos permitirnos ser neutrales en un tren en movimiento.


[1] Si sólo escuchaste sobre este territorio con esta terminología, es porque fuiste víctima de la historia única, del relato que cuentan aquellos con el poder para escribir la historia; de aquellos que, al negar un nombre ancestral, comienzan una labor continua de borramiento.

[2] El área que comprende el Mar Caspio y sus adyacencias conforma uno de los yacimientos más ricos del mundo. En la cuenca del Caspio se construyó uno de los oleoductos más importantes en la dinámica global de la energía. A instancias de Estados Unidos, el BTC, siglas de Bakú (capital de Azerbaiyán), Tiflis (capital de Georgia) y Ceyhan (ciudad de Turquía) recorre más de 1.600 km de extensión desde la costa del Caspio azerí hasta el puerto turco del Mediterráneo, sitio desde el cual los buques petroleros distribuyen el crudo (Nin y Pérez, 2022: 171).

[3]   El término genocidio fue creado por el jurista polaco Raphael Lemkin. Lo forman las palabras, geno que en griego significa tribu/raza y cidio, del latín cide: asesinato. Según la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio firmada por la Organización de la Naciones Unidas (ONU) en 1948, «se entiende por genocidio a todo acto con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico o religioso como tal» (Bleyan, 2023).

[4] En la cultura de Armenia, el venado (deer en inglés) ha sido simbólicamente significativo y ha aparecido en varias expresiones artísticas, mitología y tradiciones a lo largo de la historia. El significado del venado a menudo se asocia con elementos como la libertad, la resistencia y la conexión con la naturaleza.


Fuentes de consulta:

Bleyan, Vardan. (2023). La historia del genocidio armenio, una masacre que continúa. Página 12. Consultado 06/12/2023. Recuperado de https://www.pagina12.com.ar/417275-la-historia-del-genocidio-armenio

Duguin, Aleksandr. (2023). Geopolítica del Cáucaso. Consultado 06/12/2023. Recuperado de https://www.geopolitika.ru/es/article/geopolitica-del-caucaso

Lemos, Federico (director). (2022). Somos nuestras montañas (documental). Uruguay: Medio & Medio Films/ ATLANTE FILMS/ AREV Culture In Motion.

Nin, María Cristina y Pérez, Gustavo Gastón (2022). La diáspora armenia y su compromiso con la construcción de memoria. Conflicto de Artsaj (2020). En Revista Huellas. Volumen 26. N.º 2, Instituto de Geografía, EdUNLPam: Santa Rosa. Recuperado de: http://cerac.unlpam.edu.ar/index.php/huellas

Stroehlein, Andrew. (2023). Nagorno-Karabaj despoblado: ¿Y ahora qué?. HRW. Revisado 06 de octubre de 2023. https://www.hrw.org/es/news/2023/10/05/nagorno-karabaj-despoblado-y-ahora-que    

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