Robot salvaje y la periferización de la naturaleza. Una reflexión sobre la sociedad de la indiferencia

Reseña crítica escrita por nuestra miembro honoraria Anna Karla Uribe Escalante.

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Anna Karla Uribe Escalante
Miembro Honoraria

“A los románticos les fascinaban los autómatas, a los infómatas les falta por completo la magia de la cosa”.

Byung-Chul Han (No cosas, quiebras del mundo de hoy)

Cada año, cuando se acercan los meses finales del mismo, es necesario realizar una reflexión sobre lo que se ha hecho y los desafíos que tenemos en el presente y el futuro. Este escrito, analiza la vinculación de dos aspectos fundamentales que horizontalizan a las diversas personas en el mundo (aunque de manera diferenciada, nos afectan de alguna u otra forma) y que, por ello, deberían ser preocupación de las mayorías poblacionales: Deterioro y sobreexplotación de la Naturaleza, producto de una desorbitada necesidad de incrementar la acumulación y; la tecnología como remedio para perpetuar el consumo y hacerlo “sostenible”.1

Es necesario remarcar que, de acuerdo con el Informe sobre Riesgos Globales 2024, del Foro Económico Mundial, la percepción de los mayores riesgos para la especie en 10 años, están vinculados con la esfera climática y la tecnología. A estos problemas se debe sumar la falta de creatividad para presentar proyectos que prevengan estas problemáticas. Estamos insertos en sociedades indiferentes que dicen vivir el presente, pero solamente con la intención de no cambiar nada del orden imperante de sobreconsumo.

No estamos dispuestos a perder lujos que permitan garantizar un futuro donde quepan todos. La indiferencia sin prevención, donde se busca no adquirir responsabilidades y sólo existe la voluntad para reaccionar ante las borrascas naturales y sociales, es el signo de este siglo. No es que las personas sean malvadas y calculadoras, “sino que se alienan aún más de su entorno y se vuelven indiferentes ante él” (Arizmendi, 2020, p. 4).

Por ello, no es casualidad que estas temáticas se encuentren cada vez más utilizadas en las narrativas cinematográficas del siglo XXI (destacan las películas animadas), las cuales buscan dar características humanas a las cosas, poniendo una variopinta gama de sentimientos en un objeto inteligente para movilizar a un espectador que, contradictoriamente, se haya más identificado con una máquina que con los de su propia especie. Los robots, son funcionales, para recordarnos nuestra humanidad, en un mundo donde se demanda del sujeto homogeneidad: ser iguales a otros, para ser incluidos dentro de una normalidad totalmente anormal, que anula la diferencia.

Estas historias de robots nos han presentado a máquinas inteligentes que encuentran su corazón, aman y muestran actos compasivos, a pesar de no poseer órganos. Robots que parecen entender mejor la vida y valorarla más que aquellos que, en efecto, poseen funciones vitales. “Se distingue la característica de amar la vida por sobre todas las cosas. Tal vez éste sea el rasgo más importante que adquieren los robots, muchas veces sin importar que sean los héroes o villanos de la historia” (Arizmendi, 2020, p. 8).

El cine animado nos ha dado valiosas narrativas sobre estos robots, acentuadas a finales y principios de este siglo.2 Todo empezó con “El Gigante de Hierro” (1999), la conmovedora historia dirigida por Brad Bird, una película de la Guerra Fría, donde se forma un vínculo de amistad entre un niño y un robot que modifica su programación y adopta un espíritu compasivo y que busca la paz; después emergerá la película de Pixar “WALL·E” (2008), dirigida por Andrew Stanton, donde un robot cuya misión es recolectar basura, desarrolla un profundo sentido de soledad, anhelo por compañía y, finalmente, la creación de una identidad altruista, con la disposición para sacrificar su existencia para salvar a la humanidad; asimismo, destaca la película de Disney “Big Hero 6” (2014), dirigida por Don Hall y Chris Williams, donde se da vida a Baymax, un robot asistente médico diseñado para cuidar de las personas, el cual crea una relación con Hiro y le ayuda en un complejo proceso de duelo, demostrando el rol de la inteligencia artificial en el cuidado de la salud física y mental.

Las historias mencionadas, alertan sobre un tema fundamental para pensar nuestro sistema internacional: “la cada vez mayor tendencia a la humanización de la mecánica, al mismo tiempo que nos advierte de la peligrosa mecanización del hombre” (Madrid, 2014, p. 98). Y es así, como en el 2024, DreamWorks Animation Studio trae una propuesta narrativa, basada en el libro de Peter Brown: Robot Salvaje, la historia sobre la unidad ROZZUM 7134 (de ahora en adelante Roz) y su camino para adaptarse, sobrevivir y ganarse su lugar como integrante del bosque salvaje.3 En aras de invitar al lector a ver la película, ahondaré en puntos relevantes de reflexión que Robot Salvaje nos deja sobre la mesa, esto teniendo en cuenta, la película y el libro:

  1. Robot Salvaje se une a la cinematografía que, conscientemente, incluye en su banda sonora la canción “What a Wonderful World”, la cual surge a finales de los años 60 del siglo XX, un momento de crisis sistémica, cuando existe una emergencia importante de movilizaciones sociales, las cuales disputan las lógicas de opresión que priorizan los intereses de los menos, a costa de los intereses de muchos. La idea de la unión como una poderosa fuerza de cambio está presente en la película, evidenciada con una línea final: “Su triunfo fue unirse …” (Sanders, 2024).
  2. La narrativa invita al reconocimiento de otro tipo de vida, una de carácter contemplativo, donde se enfatice la visibilización de la belleza de las cosas simples, son esas pequeñas cosas las que construyen la idea de pertenencia, la construcción de un hogar. Roz observa la isla y a sus habitantes: “Cuando la robot miró la isla, ni siquiera se le ocurrió que quizá no pertenecía a ese lugar. Por lo que Roz sabía, estaba en casa (…). Una robot camuflada lo observó todo (…). Ahora que estaba camuflada, podía observar en secreto su comportamiento natural de cerca (…). La robot comenzaba a entender” (Brown, 2024, p. 30, 51, 52). De aquí que la interacción en campo es central para el entendimiento.
  3. Robot salvaje es un ejemplo de un esquema de cooperación (ganar-ganar), donde se entiende que la cooperación es una práctica social, la cual busca lograr mejorar las condiciones de vida y sortear las precariedades de aquellos que les cuesta asegurar su vida y sólo sobreviven. El verbo que caracteriza a Robot salvaje es actuar, la información de la inteligencia artificial no es práctica, sino que resta en la esfera del decir. En ese sentido, la robot entiende que: “¡Actuar podría ser una estrategia de sobrevivencia! Si la zarigüeya podía fingir estar muerta, la robot podría fingir estar viva, podría actuar menos robótica y más natural. Y si pudiera fingir ser amigable, podría hacer amigos. Y podrían ayudarla a vivir más tiempo y mejor” (Brown, 2024, p.73).
  4. Finalmente, Robot salvaje, es una invitación a recuperar los sentimientos de largo plazo, a aplaudir la autenticidad, frente a las lógicas de homogeneidad que demandan “normalidad” para ser aceptado. Los monstruos, sólo surgen en la mente de alguien que tiene miedo de aquello que desconoce. La invitación es lanzarse a entender al otro. Atreverse a volar desde tus propias formas de estar y volar con otros: “Vuela como tú, no como los demás” (Sanders, 2024).

Las moralejas están en la mesa: Sentimientos como la amabilidad sirven para sobrevivir. Asimismo, Roz expresa: “A veces para sobrevivir hay que hacer más de lo que estamos programados a hacer” (Sanders, 2024). Por ende, se posiciona la idea de estar dispuesto al cambio.

Con base en ello, la intención de este texto ha sido evidenciar cómo, a pesar de los constantes intentos que, desde la cinematografía, destacando el cine animado, se han realizado para posicionar a las inteligencias artificiales, como un vehículo de salvación de la especie Homo Sapiens, debemos comprender que, en la praxis, sólo un cambio en la sociedad de la indiferencia, donde se de voz a los sujetos que hemos invisibilizado y vulnerado, traerá consigo un cambio sostenible. La película nos da claves de esta enseñanza, cuando Gansabio dice a Roz: “Lo que pasó no fue tu culpa, pero que tratarás de arreglarlo hizo toda la diferencia” (Sanders, 2024).

Es momento para despertar la curiosidad y el interés por aquello que conscientemente el sistema ha tratado como irrelevante: La Naturaleza salvaje y los miembros que forman parte de ella, importan, y como Roz, debemos tomarnos todo el tiempo posible para aprender a escuchar su voz; en efecto, “la tecnología ha sido y es esencial para la civilización, pero más lo es —y desde mucho antes— la propia naturaleza, en la que a veces se olvida incluir al ser humano” (Madrid, 2014, p. 108).

Ello nos permitirá otorgar espacios a los otros, en aras de mejorar sus oportunidades de subsistencia. Lo anterior, debe conducir a un decrecimiento sostenible, lo cual supone frenar el acaparamiento de territorios y recursos por parte de los centros (minorías con poder), los cuales apuestan por la llamada “muchosidad”.

Esta «muchosidad», es un concepto desarrollado por Byung-Chul Han, y hace referencia a la sobreabundancia de información y objetos en la sociedad actual; existe una saturación de estímulos, donde todo se vuelve simultáneamente accesible, pero superficial. Lo superficial crea vacíos que son contenidos con consumo ilimitado (nada nunca es suficiente). Por ende, se expulsa a todo aquello que perturbe la muchosidad, todo lo que evidencie su insostenibilidad. La Naturaleza cada día demuestra los límites de nuestro falso crecimiento, al cual llamamos desarrollo. Por ello, se convierte en la gran maestra práctica de los peligros de nuestra fascinación por la muchosidad.

Su rol la ha llevado a ser silenciada, sobrexplotada, llevada a los límites, subordinada y torturada para que calle las evidencias de nuestro fatal destino. En ese sentido, creamos términos para callarla de manera justificable y así, llamamos “no renovables” a los recursos que nos brinda, por el simple hecho de que consumimos de ella, más rápido de lo que puede regenerarse. Las verdaderas incógnitas que me gustaría dejar sobre la mesa son: ¿Cuándo empezaremos a hacernos responsables de nuestro presente, y en consecuencia de nuestro futuro común?, ¿cuándo dejaremos de culpar a otros de nuestra devastación y asignándoles el trabajo de salvarnos? … La adorable Rozz no estará para convertirse en nuestro faro de esperanza. ¿Qué haces tú para revertir tu muchosidad? Sólo piénsalo, eso es un hermoso primer paso.


Notas:

  1. Las comillas utilizadas, se usaron para remarcar que, “la tecnología va a ser una parte importante de cómo afrontaremos esto, pero no es una solución mágica ni va a solucionarlo por sí misma” (Escrivá, 2023, p. 41), porque nuestro modelo actual de consumo no es sostenible, a pesar del constante proceso de lavado verde, donde se intenta proteger el orden actual, disfrazar algo insostenible, como perpetuable; de hecho “… la sostenibilidad real es irreconciliable con la inmensa mayoría de las estrategias de sostenibilidad empresarial actuales (…). No nos hace falta ser sostenibles, porque, como hemos visto, no hay nada en el esquema de emisiones actuales ni en los planes de neutralidad climática que debamos querer sostener” (Escrivá, 2023, p. 47, 48).
    ↩︎
  2. No se deben olvidar robots encantadores que abrieron la puerta a generar empatía con ellos. En primera instancia, destaca la cuidadora Robotina, que con dedicación velaba por el bienestar de la familia Sónico en la caricatura futurista de 1962; el anime de 1963 Astro Boy, pionero en la representación de la inteligencia artificial con emociones; y, por supuesto, los mundialmente amados R2-D2 y C-3PO, de la saga de George Lucas de 1977 “La Guerra de las Galaxias”, quienes destacaban por virtudes como su alto sentido de lealtad y valentía.
    ↩︎
  3. Recomiendo que, en este punto de la lectura, pongas como fondo de tu lectura la banda sonora de la película, musicalizada por Kris Bowers, quien ha participado en otros proyectos cinematográficos: «Green Book» (2018); «King Richard» (2021); «The United States vs. Billie Holiday» (2021); “Respect» (2021); «Bridgerton» (2020–2022); «Queen Charlotte: A Bridgerton Story» (2023); «Haunted Mansion» (2023); «The Color Purple» (2023); «Chevalier» (2023). Sigue el vínculo al álbum en Spotify: https://open.spotify.com/playlist/2RB42YhYPuEC9HVzZHhI9v?si=ba704c8b8dd946fd  ↩︎

Fuentes de consulta

Bleyan, Vardan. (2023). La historia del genocidio armenio, una masacre que continúa. Página 12. Consultado 06/12/2023. Recuperado de https://www.pagina12.com.ar/417275-la-historia-del-genocidio-armenio 

Duguin, Aleksandr. (2023). Geopolítica del Cáucaso. Consultado 06/12/2023. Recuperado de https://www.geopolitika.ru/es/article/geopolitica-del-caucaso 

Lemos, Federico (director). (2022). Somos nuestras montañas (documental). Uruguay: Medio & Medio Films/ ATLANTE FILMS/ AREV Culture In Motion. 

Nin, María Cristina y Pérez, Gustavo Gastón (2022). La diáspora armenia y su compromiso con la construcción de memoria. Conflicto de Artsaj (2020). En Revista Huellas. Volumen 26. N.º 2, Instituto de Geografía, EdUNLPam: Santa Rosa. Recuperado de: http://cerac.unlpam.edu.ar/index.php/huellas 
Stroehlein, Andrew. (2023). Nagorno-Karabaj despoblado: ¿Y ahora qué?. HRW. Revisado 06 de octubre de 2023. https://www.hrw.org/es/news/2023/10/05/nagorno-karabaj-despoblado-y-ahora-que

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