«Oppenheimer». Cientificismo y aplicabilidad en un mundo bélico.

Reseña crítica escrita por nuestra miembro honoraria Anna Karla Uribe Escalante.

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Anna Karla Uribe Escalante
Miembro Honoraria

“Una guerra se vuelve impensable … Hasta que hagan una más poderosa”.

Oppenheimer de Christopher Nolan, 2023.

En el baúl de los recuerdos de las sociedades en el mundo, quedan memorias, hitos que modificarían para siempre nuestras realidades. Esas historias permanecen como recordatorios del paso del Homo Sapiens por este planeta azul que nos ha cobijado, pero que paulatinamente posee menor capacidad para contenernos.

De acuerdo con la Real Academia Española (2023), contener significa: “Reprimir o sujetar el movimiento o impulso de un cuerpo”. Y nuestros impulsos, esas fuerzas internas conscientes e inconscientes nos invitan a modificar, a mutar lo establecido o, por el contrario, a replegarnos en el miedo al cambio, lo cual ha conducido a crear la visión amigo y enemigo, el que puede ser tratado y amado y aquel que debe ser aniquilado. Con la comanda de defender lo establecido o disputarlo, el Homo Sapiens de forma individual o colectiva ha demostrado la potencia que posee para construir y para destruir, para marcar inicios y fines.

La soleada mañana del 06 de agosto de 1945, el cielo azul se teñiría de un ardiente naranja, con un calor abrazador de 4000 grados Celsius. Cenizas de todo tipo de cuerpos: seres vivos y no vivos, serían el resultado de la ambición de unos pocos que transformaría, para siempre, la existencia de todos. Con el estallido de dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki en Japón, todas las personas del mundo serían participes, de distintas maneras, de un inicio y un fin. “Little boy” el nombre elegido para la primera bomba, aquella lanzada sobre Hiroshima, no podría ser más ejemplificativo de lo que nacía y moría. Un pequeño niño, deseado por millares, sería cocinado en el vientre de la América norteña, aquella que, bajo la bandera de la libertad, decidió que su hijo nacería para ser el destructor de otros mundos.

Este pequeño niño, no sería cuidado en su gestación por médicos cuyo juramento hipocrático obliga a salvar la vida, sino por doctores que, como niños pequeños, jugaron y en su adultez decidieron ser dioses, hacedores y destructores de una nueva historia; diseñadores de aquel “Pilar de fuego de 3000 metros de altura lanzado desde un solo dispositivo. Terrible revelación del poder divino” (Nolan, 2023).

Esa historia, la de los adultos que quisieron ser dioses, es lo que se nos recuerda en la película “Oppenheimer” del director británico Christopher Nolan, estrenada en la mayor parte del mundo en julio de 2023 (es importante mencionar que su estreno en Japón se ha retrasado, quizá porque el relato, es específica y especialmente doloroso para la nación nipona). La historia de un hombre que amaba la ciencia y quien, demasiado tarde, comprendió aquello que en la cultura popular del siglo XXI occidental es sabido por muchos: “Un gran poder, conlleva una gran responsabilidad”.[1]

El físico estadounidense Julius Robert Oppenheimer, el Prometeo americano, regaló un nuevo fuego a un gobierno que mantiene como estandarte de su política exterior, la premisa maquiavélica de que: “El fin justifica los medios”.[2] Otorgó “un poder para el cual no están listos” (Nolan, 2023). Con ello sería recordado como el padre de la bomba atómica y en sus memorias quedará la moraleja brindada por Albert Einstein: “No porque pueda existir, debería ser inventada” (Ibid.).

Ese fatídico día de hace 78 años, fue el resultado de la soberbia de una élite de blancos, anglosajones y protestantes (WASP, por sus siglas en inglés), cuya decisión fue que el sacrificio de 100,000 personas y millares más que murieron en décadas posteriores, era la mejor manera para poner fin a una guerra: La Segunda Guerra Mundial (con variedad de opiniones entre las narrativas del evento, se calcula que en esta guerra murieron más de 100 millones de personas).

De esta manera, moría una guerra, supuestamente para generar paz, pero nacía una advertencia que el abogado, activista y político indio Mahatma Gandhi, había heredado al imaginario de la humanidad: “Ojo por ojo y el mundo acabará ciego”. Ese día una parte de la humanidad perdió la vida y se eligió a la muerte como símbolo de fortaleza y de triunfo, se les dijo a las personas en el mundo que, para que puedas ganar, es necesario que otros pierdan. Un juego de suma cero se gestaba para prevalecer y afianzarse como marca del sistema sociocultural dominante.

En ese marco, se inauguraba la disputa entre dos potencias con el poder para pulsar un botón (Estados Unidos vs Unión Soviética), y la posibilidad siempre latente de desatar un nuevo infierno: La Guerra Fría. Este período se caracterizaría por tener a la disuasión como panacea para evitar el conflicto; un mecanismo de tensión y miedo para épocas inciertas, una paz armada basada en el miedo.

Christopher Nolan, logra acercarnos a esta experiencia a través de una pieza cinematográfica que no puede y no debería pasar desapercibida. En Oppenheimer, este director mantiene su marca de autor y se consolida, desde mi punto de vista, como uno de los directores más importantes del siglo XXI.[3] ¿Cuáles son las características que podemos observar en sus filmes?

  • Identidades múltiples que construyen a sus personajes que nunca son “buenos” o “malos”, solo son producto de procesos, de espacios y de tiempos. Así ocurre con Oppenheimer, quien, a lo largo del filme, no es tratado con una mirada de juicio, sino como un hombre que fue esposo, amigo, hermano, padre, científico.
  • Perspectivas múltiples sobre un mismo tema, donde se imprime el punto de vista subjetivo del personaje principal y nos da una mirada objetiva del entorno de ese personaje. En Oppenheimer, dicho por Nolan, el uso de los colores es el que nos marca esta diferencia: “Sabía que tenía dos líneas de tiempo que estábamos ejecutando en la película, una está en color, y esa es la experiencia subjetiva de Oppenheimer. Esa es la mayor parte de la película (…). Luego, la otra es una línea de tiempo en blanco y negro. Es una visión más objetiva de su historia desde el punto de vista de un personaje diferente” (Rosell, 2023).
  • Su particular estilo, crea y diseña un ambiente de suspenso psicológico que se mantiene fiel con la definición que Alfred Hitchcock, el maestro del suspenso, asignaba a esa categoría. El suspenso es, “la presentación más intensa posible de las situaciones dramáticas. Por regla general las escenas de suspense constituyen los momentos privilegiados de un film, aquellos que la memoria retiene. El arte de crear suspenso es, a la vez, el de meterse al público en el bolsillo haciéndole participar en el film (…). Hacer un film no es un juego de dos, sino entre tres (Truffaut, 2021: 74).[4]
  • Uso de líneas de tiempo paralelas y que, por lo regular dan lugar a vueltas de tuerca en la historia. Esto se puede resumir en una frase de Oppenheimer, con la que no pretendo recurrir al spoiler, sino alentar que el lector acuda a la sala del cine: “Los principiantes buscan el sol, el poder se queda en las sombras” (Nolan, 2023).

En conclusión, es posible afirmar que Christopher Nolan realizó una película que invita a reflexionar sobre nuestros posicionamientos frente a un mundo caótico; Oppenheimer llega para recordarnos que la historia corre el riesgo de repetirse y que la memoria de esos eventos debe llevarnos a repensar en las consecuencias de nuestros actos.

Cada acción, cada decisión puede ser el inicio o el fin de algo; por ello, aunque en nuestro proceder creamos que tenemos un “buen propósito”, debemos tomar mayores espacios para ver las consecuencias de los actos desde diversas aristas, analizar por qué hacemos las cosas y visualizar puntos diversos de vista respecto a la decisión que hemos tomado. Sólo socializando las decisiones podremos construir un mundo donde se toque fin a la creencia de que ganar implica la pérdida de otros. El cine es una ventana a ese diálogo… Por ende, hablemos más de cine y Relaciones Internacionales.


[1] La frase de corte occidental no fue tomada de ningún sitio en particular, es producto de la memoria de quien escribe, influida por el boom de las historias de superhéroes. Es importante señalar que este diálogo es mencionado por un familiar moribundo, al héroe o heroína picado por una araña que le da superpoderes (las narrativas de Spiderman han tenido modificaciones y adaptaciones al espíritu del espacio y el tiempo en el que han surgido).

[2] La película está basada en el libro de 2005 “American Prometheus: The Triumph and Tragedy of J. Robert Oppenheimer”, escrito por Kai Bird y Martin J. Sherwin. Como dato interesante, vale la pena añadir que el libro llegó a manos del director como un regalo del actor Robert Pattinson, con quien Nolan había trabajado en la película “Tenet” (2020). La filia de Nolan por este tema en particular no asombra, si tenemos en cuenta que, en varias entrevistas, ha mencionado que su saga favorita es Star Wars, obra que usa distintos elementos de las relaciones internacionales del siglo XX para construir su “fantasía”. Entre estos elementos está la estrella de la muerte, cuyo diseño nos hace pensar en la bomba atómica.

[3] Ya desde “Memento” del año 2000, nos dejaba ver cuál sería su marca como autor cinematográfico. Quiero destacar que Nolan, al igual que muchos cineastas, donde vale la pena nombrar a Steven Spielberg y a David Lynch, posiciona a la música como un personaje más de sus historias. No resulta azaroso que en sus producciones haya trabajado con compositores como el alemán Hans Zimmer, el estadounidense James Newton Howard y con el sueco Ludwig Göransson (quien realizó la musicalización de Oppenheimer).

[4] Esta referencia es tomada del libro “El cine según Hitchcock” de 1966, donde se reprodujo la que es considerada la entrevista más larga de la historia del cine. Este libro también fue la fuente del documental de 2015 “Hitchcock/Truffaut”. Su importancia reside en las lecciones para hacer obras cinematográficas que impacten al espectador y lo hagan participe de una trama.

Fuentes de consulta:

Nolan, Christopher. (director). (2023). Oppenheimer [cinta cinematográfica]. Estados Unidos: Universal Pictures. Syncopy.

Truffaut, François. (2021). El cine según Hitchcock. Alianza Editorial.

Rosell, Pedro. (2023). Christopher Nolan revela el significado de las escenas en blanco y negro de ‘Oppenheimer’. El Debate. Recuperado de https://goo.su/CZhp

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