¿Feminismo en las Relaciones Internacionales o Relaciones Internacionales feministas?

Artículo de opinión escrito por nuestro colaborador Jennifer Bíquez Macías.

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Jennifer Bíquez Macías
Colaboradora

Las Relaciones Internacionales son una disciplina relativamente joven, permite al investigador abarcar asuntos desde distintas aristas y lentes y contemplar escenarios macros o individuales y sus consecuencias en el ámbito internacional. La teoría feminista ha estado presente desde antes del nacimiento de las Relaciones Internacionales en diversos textos desde finales del siglo XIX. En ese momento, las mujeres que escribían mostraban una preocupación por los asuntos de la guerra, la justicia económica y social. Desde esos años se podía percibir que las mujeres comenzaban a alzar más la voz, a reclamar los espacios políticos que durante tanto tiempo se nos habían negado. 

Específicamente en las Relaciones Internacionales, la teoría feminista ha intentado abrirse paso casi desde sus inicios, aunque el sistema patriarcal mantuvo las aportaciones invisibilizadas. Un caso muy particular son las aportaciones y logros de las mujeres que iniciaron movimientos en pro de la paz durante la Primera Guerra Mundial. Ellas crearon convenciones y partidos pacíficos como el Women’s Peace Party (WPP, por sus siglas en inglés). 

Este partido, nos cuenta J. Ann Tickner, estuvo presente en conferencias en La Haya, presentó puntos como el arbitraje y la autodeterminación en el año de 1915; sin embargo, sus ideas y demandas fueron presentadas en los periódicos como peticiones histéricas y de pacifistas. 

Años más tarde, Jane Addams y Emily Balch hablaron con el presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, sobre un plan de mediación para el fin del conflicto, presentaron no sólo esto, sino ideas retomadas del WPP. A pesar de que no convencieron al presidente con el plan de mediación, fue una gran sorpresa descubrir que muchos de los puntos que el WPP había propuesto en La Haya, terminaron por formar parte de sus famosos 14 puntos que dieron vida a la Liga de las Naciones. 

Así como los aportes del WPP no se cuentan tradicionalmente en la historia de las Relaciones Internacionales, los casos de invisibilización y borrado de las mujeres son muchos. Pese a este y otros desafíos que las mujeres han enfrentado, poco a poco se ha abierto el terreno para la entrada completa de la teoría feminista; sin embargo, es pertinente poner sobre la mesa la forma en la que el feminismo debe de estar presente en las Relaciones Internacionales. La gran pregunta de este artículo es: ¿debe de incluirse al feminismo dentro de las Relaciones Internacionales o deberían de repensarse las Relaciones Internacionales y volverse feministas?

Esta pregunta surge a raíz de la lectura de una feminista internacionalista de nombre Diana Thorburn. Ella no sólo cuestiona a las feministas tradicionales en Relaciones Internacionales, como lo es la misma Tickner, sino que pone sobre la mesa el modo en que el feminismo es considerado dentro de la misma disciplina. 

El estigma presente radica en la idea de que tomar al feminismo como punto de partida para el análisis del sistema internacional podría hacer ver al investigador como “débil”. Por otro lado, los temas del feminismo aún son considerados sólo como un tema de mujeres para mujeres, unos seres “débiles” que necesitan leyes especiales porque si no, los hombres no ceden los espacios públicos que las mujeres merecemos y en donde podemos influenciar y modificar todo. Las leyes son necesarias, sí, pero el modo en el que se llevan a cabo dentro de la política y en cada país deja mucho que desear. 

Aunque a simple vista la cuestión de feminismo en las Relaciones Internacionales o Relaciones Internacionales feministas parece ser lo mismo, la carga connotativa que cada una conlleva es diferente. La primera cuestión parece indicar que el feminismo deberá de abrirse paso en lo ya establecido dentro de las Relaciones Internacionales, ya sean conceptos o bien, recursos metodológicos; es decir, afectar y cambiar de manera superficial la disciplina. 

Esto puede limitar el campo de acción, ya que plantea que el feminismo sólo podría actuar en donde hay lagunas en un análisis tradicional. También puede dar a entender que es considerada como una teoría de segunda categoría, no relevante o útil, siempre sujeta a lo ya escrito y trazado metodológicamente y sin posibilidades de crecer o aportar más. 

En contraste, el pensar en las Relaciones Internacionales feministas nos abre el panorama a modificar desde dentro lo que estaba preestablecido y así poder elaborar análisis más profundos y complejos sobre la realidad social, política y económica del mundo. Las RR. II. feministas toman en cuenta cuestiones de género, el sistema patriarcal y la interseccionalidad que es muy necesitada en estos tiempos. 

En esta opción se permiten las críticas al sistema patriarcal, al capitalismo y a prácticas que por ser consideradas como tradicionales, someten a la mujer y le resta importancia a sus vivencias y experiencias dentro de este mundo. Asimismo, las Relaciones Internacionales feministas permiten criticar a la misma teoría, pasar de un feminismo liberal y pragmático a un feminismo, tal vez, negro o decolonial; a un feminismo que se ajuste a la sociedad que se busca comprender, al conflicto que se busca solucionar o a la economía que se busca reactivar en beneficio de la población. 

La riqueza de la reconfiguración del feminismo en la disciplina nos abre las puertas a analizar todo desde diferentes lentes, nos permite adaptarnos a lo que la comunidad, movimiento o conflicto que sea nuestro objeto de estudio en ese momento nos pida. La categoría de relaciones internacionales feministas nos permite realmente ponernos en las vivencias de las demás personas y proponer soluciones en conjunto, sin imposiciones y sin recetas prescritas como se ha hecho desde hace más de un siglo. 

En el mundo en el que vivimos actualmente, con las desapariciones de mujeres, los feminicidios, el reclamo de nuestros derechos humanos en materia de salud y reproducción sexual, la lucha todavía continúa para ser parte importante de la política tanto nacional como internacional.  Esto nos obliga a cuestionar y a plantear alternativas a lo que se considera como status quo. Se ha terminado el tiempo en el que las mujeres nos quedamos en los márgenes y las decisiones se toman a costa nuestra. 

Para finalizar, quisiera expresar que no todo está perdido, hay académicas que replantean estas cuestiones a través de sus clases en las aulas, en ponencias o desde sus escritos. Lo anterior puede generar un cambio de pensamiento en las nuevas generaciones de internacionalistas, tanto de hombres como de mujeres que se enfrentarán a las presiones e injusticias del sistema capitalista en el que estamos envueltos. Estamos en un momento en donde los gobiernos y las universidades se dan cuenta de que no pueden ignorar las cuestiones de género, donde se debe de actuar y donde el silencio ya no se concede cuando una injusticia o abuso se percibe. 

La pregunta importante que debemos hacernos en este punto de formación académica, o bien, en el ejercicio de la profesión o al estar en posiciones de poder o donde se puede hacer el cambio: ¿queremos adaptarnos a un sistema opresor y patriarcal ya establecido que ha ignorado y ha abusado de las mujeres o bien, queremos tirar ese sistema y construir algo mejor, interseccional y que no busque oprimir a nadie? Depende de la respuesta que se le dé a esta pregunta es la forma en la que transformaremos una disciplina que ofrece muchísimas posibilidades de análisis y uso, pero que se ha quedado atrás en cuestiones de inclusión y de pagar las deudas que tiene hacia las mujeres que han aportado tanto desde su nacimiento.

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