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En la actualidad, la crisis del agua es una realidad que se vive en todas partes del mundo y en nuestro país forma parte del conjunto de crisis que enfrentamos en materia medioambiental. Si bien, la problemática del agua es multidimensional, el estrés hídrico, la contaminación y la escasez del líquido vital que se ha vivido y vive a nivel mundial en los últimos años, ha repercutido en el incremento de conflictos por el recurso.
Ejemplo de ello se visualiza en las cuencas transfronterizas en las que más de dos países comparten el recurso de forma natural y en las que aún es complejo establecer una buena gobernanza del agua por las diferencias culturales, políticas y sociales que tiene cada uno.
Los países que comparten un río transfronterizo buscan su propio interés, que generalmente se concentra en la distribución y uso del líquido, no obstante en la mayoría de los casos se habla de una tensión política y diplomática entre los involucrados, que traspasa la multidimensionalidad del recurso.
Aunado a lo anterior, la dimensión del poder en la gestión del recurso se manifiesta a través de las prácticas, valores, ideas, significados e intereses que cada uno de los países le brindan al agua de una manera general y de manera particular en las poblaciones ribereñas que casi siempre son representadas por indígenas que defienden su territorio y por ende su patrimonio cultural.
El conflicto por el río transfronterizo: Un acercamiento al Río Bravo
México es un país que cuenta con diversas cuencas hidrográficas compartidas, de ahí que parte de sus obligaciones principales deberán enfocarse en el recurso hídrico disponible y en desarrollar diferentes mecanismos que le permitan ampliar su desarrollo en las relaciones con otros países, con la intención de evitar un conflicto por el agua.
Lo anterior parte de la reciente controversia suscitada con nuestro vecino Estados Unidos por la presa La Boquilla que tiene sus orígenes en el Tratado de Paz, Amistad, Límites y Arreglo Definitivo firmado en 1848, en el cual el Río Bravo fue definido como la nueva frontera entre ambos países.
Cuando se definió el río como frontera natural surgió la necesidad de incluir un acuerdo que estableciera la distribución del Río Bravo y el Río Colorado; el cual fue formalizado por el Tratado de distribución de aguas internacionales de los ríos Colorado, Tijuana y Bravo.
El tratado abarca desde Fort Quitman,Texas, hasta el Golfo de México y estipula que EE.UU. debe asignar cada cinco años “1.850 millones de m³ anuales de las aguas del Río Colorado a México a través de la presa Imperial en California, y que en contraparte, México debe asignar 431.7 millones de m³ de las aguas del Río Bravo a las presas la Amistad en Coahuila y Falcón en Tamaulipas”.

Fuente: DW, 2020.
En el mapa se puede apreciar la geografía que sigue el Río Bravo como cuenca transfronteriza y las presas cercanas al mismo. La importancia del espacio geográfico consiste en garantizar que una tercera parte del recurso llegue a la corriente principal del Río Bravo, que es “procedente de los ríos Conchos, San Diego, San Rodrigo, Escondido, Salado y Arroyo Las Vacas con un mínimo de 431.7 hm³ de promedio anual«.
El conflicto actual comienza a raíz del atraso del gobierno mexicano con la entrega de cada cinco años por los bajos niveles de agua en las presas Amistad y Falcón, lo que llevó a que desde el 2019 la Comisión Nacional del Agua extrajera tal recurso de la presa “Luis L. León” con la intención de cubrir la deuda con el país vecino.
Ante tal presión, el gobierno mexicano tomó la decisión de comenzar a extraer agua de la presa La Boquilla, que además de ser la más grande de la entidad, es la fuente principal para los agricultores; por tanto, lo que comenzó con un conflicto de intereses entre ambos países por el recurso hídrico, concluyó con una fricción interna en el país.
Desde una perspectiva particular, en México este conflicto se divide en dos escalas, en primera instancia como un conflicto transfronterizo que afecta la relación bilateral con Estados Unidos y al mismo tiempo las consecuencias trastocan en el impacto a la sociedad en Chihuahua. Lo que resulta inconveniente es que en ambas relaciones se intersectan en diversos organismos que dejan preestablecidas las rencillas y el punto de tensión dentro de unos años.
El reto principal a nivel local viene con las demandas de los agricultores en Chihuahua, que recientemente han advertido de las graves sequías vividas durante el año 2020, “esta sequía fue considerada la peor en los 21 últimos años por la Comisión Internacional de Límites y Aguas”.
La hidrodiplomacia: Una solución a la práctica y gestión del agua para nuestro país
A razón de lo anterior, la hidrodiplomacia nace como una herramienta para la resolución de conflictos por el agua y que puede ser aplicable en México ante las recientes diferencias por el Río Bravo.
De esta manera, la hidrodiplomacia une a expertos en materia del recurso hídrico y de la diplomacia, con la intención de integrar los “procesos de diálogo y negociación para conciliar intereses entre países alrededor del recurso hídrico”.
En este orden de ideas, la diplomacia multinivel abre una espacio de oportunidad a la hidrodiplomacia -o diplomacia del agua- a través de la infraestructura político-social en la que se desarrolla. La intención principal de la aplicación del área de oportunidad, es anticipar conflictos en torno a la escasez del agua y llegar a una negociación fructífera para los ríos transfronterizos que comparte nuestro país.
Como lo menciona Schiavon “la mejor estrategia para promover y defender los intereses de México y los mexicanos en Estados Unidos es una diplomacia multinivel con penetración desde lo local […] y que debe ser la suma de varias estrategias […]”.
En relación con este tema, las estrategias que deben fortalecerse de manera prioritaria para poder defender el agua de los mexicanos están enfocadas a la diplomacia ejecutiva y la diplomacia social, la primera involucra el trabajo que ejecuta la cabeza de ambos países y con ello su visión de proponer los retos que subyacen con el Río Bravo-Colorado, no solamente en el índole natural y las amenazas del cambio climático, sino también en la contaminación que proviene de otros sectores de la población.
Cabe destacar en ese orden de ideas, la multidimensionalidad del agua con la intención de comprender la construcción significativa que cada comunidad le da al líquido vital y con ello los organismos de la sociedad civil que utilizan el recurso como medio de trabajo y desarrollo de la economía.
Por otro lado, la clave de entender los conflictos por el recurso hídrico se sitúa en comprender que el agua es precisamente la base del crecimiento y desarrollo de cada nación, por tanto, es la columna vertebral de la vida humana, de los países y del planeta.
Lo anterior determina la alarmante necesidad de preservar y en muchas ocasiones asegurar el equilibrio del recurso no renovable ante las demandas sociales y su disponibilidad. Por tanto, a medida que aumente el estrés hídrico y la contaminación, más surgirá la necesidad de garantizar por parte de los países un control en la cuenca transfronteriza, concretizando esto último como un foco de atención a las rencillas entre los países involucrados.
De esta forma, hoy más que nunca, la hidrodiplomacia es una herramienta que puede desarrollarse en nuestro país como una manera de comenzar a maquetar un proyecto nacional cuyo objetivo principal sea contrarrestar los conflictos por el agua a nivel internacional, nacional y local, además de tomar en cuenta un equipo transdisciplinario que reúna la visualización del tema desde diversos aristas.
En otras palabras, la hidrodiplomacia además de posicionarse como una solución a las problemáticas en torno al conflicto por el agua, representa un abanico de posibilidades dentro de la diplomacia de la ciencia y en específico en la diplomacia multinivel, al ser el puente de equilibrio para ampliar nuestras relaciones con el país vecino, sobre todo en materia de cooperación del agua, en la que ambos países mantengan una seguridad hídrica y nacional que asegure la gestión, la distribución y el derecho al acceso del recurso.

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