El e-yuan como jugada estratégica de Xi Jinping en el tablero del Go mundial

Columna escrita por Laura Michelle Acacio García.

El siglo XX fue testigo de diferentes sucesos históricos como el Acuerdo de Bretton Woods, el Plan Marshall y el acuerdo de EEUU con Arabia Saudí, para poner en marcha los petrodólares, que crearon un parteaguas en la historia, en una era en donde el país de la democracia y las libertades, afianzó su hegemonía financiera que se había extendido hasta el día de hoy. Y aunque es un hecho que aunque el dólar norteamericano sigue siendo la principal moneda de cambio y de reservas, también es cierto que ya vivimos en un proceso de desdolarización.

Este siglo fue testigo de la entrada de China al OMC, la crisis inmobiliaria de EEUU en 2008 y la reciente invasión rusa a Ucrania, sucesos que nos ayudan a entender la reconfiguración global de dos grandes bloques geoeconómicos, que agrupan países que quieren afianzar su influencia en diferentes ámbitos dentro de una guerra multipolar. Estos eventos junto con otros, explican en parte cómo otros actores, organismos y mecanismos, han ido ganando terreno en el tablero internacional, hasta el punto de encontrarnos en el proceso paulatino del fin de la hegemonía del dólar, en donde monedas como el yuan, la rupia, el rublo, ganan cada vez más terreno.

Paralelamente a este panorama geofinanciero, también hemos presenciado adelantos tecnológicos revolucionarios que fueron afianzando nuevas vías de transacción monetaria. Dentro de todo este avance tecnológico, una serie de científicos japoneses, ayudaron a desarrollar las monedas digitales o criptodivisas, que funcionan como sistemas descentralizados que no involucran servidores, ni una autoridad central que las regule.  A consecuencia de este golpe para los gobiernos y las entidades financieras que fungen como intermediarios en las transacciones monetarias, los países deciden empezar a desarrollar su dinero digital o monedas virtuales, controladas por el Banco Central del que las emite. 

Al día de hoy, hay más de ciento cinco países que exploran la posibilidad de digitalizar sus economías y diez países que ya han lanzado su propia moneda digital, entre ellos China, Nigeria, Jamaica y las Bahamas, entre otros. Según la empresa de contabilidad mundial PricewaterhouseCoopers (PwC), el informe anual sobre estas monedas digitales o CBDC (por sus siglas en inglés), apunta a que más del 80% de los bancos centrales de todo el mundo están considerando la posibilidad de lanzar CBDC o ya lo han hecho.

Con dicho escenario geopolítico, China fue uno de los primeros países en desarrollar su moneda digital. Desde 2014 comenzaron los planes estratégicos para desarrollar el e-yuan, para 2017 ya habían invitado a bancos comerciales a unirse al proyecto, en abril del 2020 el gobierno de Xi Jinping dio inicio el proyecto piloto lanzado en cuatro ciudades estratégicas y para los juegos olímpicos de invierno de ese mismo año, fue el lanzamiento oficial de la moneda digital china. Cabe mencionar, que esta moneda no está sujeta a especulación y está respaldada por el Banco Popular de China, quien la controla, regula y administra, por lo que genera una mayor confianza y estabilidad para la misma. 

Dentro de los principales objetivos del e-yuan, se encuentran generar una nueva forma de dinero que pueda valerse de las nuevas tecnologías, facilitar medios de interacción financiera nacional e internacional, crear nuevas estructuras financieras para propiciar inversiones para los países, estimular la competencia entre los sistemas de pagos, generar nuevos servicios, hacer que los sistemas financieros sean más eficientes y explorar mejoras de los pagos transfronterizos. Según reportes de Sichuan Newsnet, actualmente desde pequeños negocios hasta bancos estatales, ya usan el yuan digital en servicios de compensación e incluso en algunas ciudades como Shenzhen, los empleados del banco ya pueden pagar sus impuestos con esta moneda digital. 

Todo ello generó, que, para diciembre de 2022, el banco central chino incluyera al e-CNY en la cantidad de monedas en circulación y para finales de diciembre de ese mismo año, la divisa digital ya ascendía a 13.600 millones de yuanes (US$2000 millones), lo que representa solo el 0,13% del total del PIB chino. Según un informe del South China Morning Post (SCMP), al día de hoy, el plan piloto lo integran 26 importantes ciudades, alrededor de 5,6 millones de comerciantes y más de 260 millones de monederos de yuanes digitales. Por otro lado, el pasado 26 de abril del año en curso, el yuan superó al dólar por primera vez en el comercio transfronterizo de China, lo que, sin duda, sigue abonando a los esfuerzos del dragón asiático por mantener el status económico que ha construido en los últimos años.

Empero, no solo el inminente crecimiento de las criptomonedas en el mundo, llevaron al desarrollo de esta moneda digital, otros sucesos como la pandemia, la estrategia de expansión global de China con la Nueva Ruta de la Seda, la inminente influencia china en el Golfo Pérsico con en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudí y la nueva divisa de los BRISCS, entre otros hechos, propiciaron que el dragón asiático invitará a sus socios estratégicos a utilizar yuanes, petroyuanes o e-yuanes, lo que ha mitigado el impacto de las sanciones económicas que ha impuesto a países como: Corea del Norte, Irán, Rusia, Venezuela, entre otros, lo que supone un hito en la historia financiera global. 

Cabe señalar, que es claro que EEUU no está dispuesto a cederle territorio a China arriesgando la histórica supremacía que ha tenido el dólar, es por ello, que, en noviembre de 2022, después de años de resistencia, el gobierno del presidente Joe Biden junto con el Banco de la Reserva Federal de Nueva York y varias compañías financieras de este país, anunciaron el primer proyecto de prueba de del dólar digital.  Los gigantes BNY Mellon, Citi, HSBC, Mastercard, PNC Bank, TD Bank, Truist, US Bank y Wells Fargo, son los primeros en participar en la primera prueba del dólar digital, supervisados de cerca por la Reserva Federal.

Si bien es cierto que China ha ido ocupando un lugar cada vez más sólido dentro del terreno financiero, cabe enfatizar que el renminbi aún es una moneda minoritaria en el mundo. El dólar sigue siendo la principal moneda indiscutible en el comercio internacional y representa más de dos tercios de las reservas mundiales de los bancos centrales. La moneda china representa alrededor de un 2,7% de estas reservas, debido a que el Banco Popular, fija cada día la tasa de referencia que delimita el valor del yuan, por lo que la divisa china no es de fácil acceso, no obstante, es indiscutible que cada vez más países se siguen uniendo a la lista de socios que comercian con este país en yuanes, lo que en el corto plazo terminará dándole mayor poder a esta divisa y por tanto al e-yuan. 

Es cierto que vivimos un cambio de paradigma financiero en el mundo, ya que la tecnología de blockchain, las criptodivisas y las nuevas monedas digitales, encabezan una nueva revolución tecnológica-financiera a la que nos afrontamos como humanos e indiscutiblemente vienen a cambiar las reglas del juego financiero a nivel global, por lo que tenemos que seguir muy de cerca, el desarrollo de las monedas digitales de los países que lideran estos bloques geoeconómicos, ya que las políticas financieras que adopten, guiarán de aquí en adelante, las reglas de del juego financiero a largo plazo para todos los países.

Por último, cabe agregar que los países subdesarrollados con brechas digitales notables, debemos de observar y aprender del esfuerzo de países que ya trabajan en ello como Bahamas, Jamaica, Nigeria, quienes han tenido muchos problemas con la acogida del lanzamiento de sus monedas digitales a pesar de sus esfuerzos por estimular el interés, ya que simplemente no existe una infraestructura que compita con países que lideran estás áreas geofinancieras. Es por eso que los países de la periferia, deben de defender su soberanía para decidir con base en sus condiciones socioeconómicas, tecnológicas y financieras, las políticas públicas necesarias en los ámbitos correspondientes, así como la forma y el tiempo para implementarlas.

Fuentes de consulta: 

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